Martes
31 octubre
2000 - Nº 1642


Vallejo, la estrella que no empieza por 'K'

El campeón del mundo sub 18 rompe la imagen de los astros rusos

LEONTXO GARCÍA , Londres
Para relajarse durante los torneos va a la discoteca, "pero sin excesos". Cree que el instinto asesino de Gari Kaspárov no es imprescindible: "Vladímir Krámnik no lo tiene y está a punto de ganarle". Y no está dispuesto a sacrificar su vida para ser el número uno, aunque aspira a serlo "dentro de unos cinco años". El español Francisco Vallejo, campeón del mundo sub 18 desde hace una semana, rompe con la imagen clásica de los astros que se escriben con K (Kárpov, Korchnói, Kamski). Ahora es uno de los participantes más jóvenes en la Olimpiada de ajedrez en Estambul, donde lleva dos victorias y una derrota.

"Paco, Paco, Paco, campeón", cantaba una docena de chicos y chicas de varios países en la discoteca de Marina D'Or, el complejo turístico de Oropesa (Castellón) donde casi un millar de ajedrecistas disputaron los Mundiales infantiles y juveniles, pocas horas después de la clausura. Ese homenaje a Vallejo, manteado aquella noche hasta la extenuación, es muy poco frecuente en el ajedrez, un deporte en el que los triunfos y las derrotas se viven más bien hacia adentro. Por ejemplo, no consta que alguna de las cinco K citadas más arriba haya protagonizado nunca una escena similar.

Las biografías de Kaspárov y Vallejo sólo son semejantes en las primeras líneas. Ambos aprendieron a jugar por sí mismos a los cinco años: "Observaba las partidas de mis hermanos, o de mi padre con mi abuelo, hasta que un día vino a casa [en Es Castell (Menorca] un amigo de la familia, Guillermo Simó, me invitó a jugar con él, y le gané, ante el asombro general". Es, junto al biberón que utilizó hasta esa edad, uno de los recuerdos más antiguos de Vallejo, casi todos ligados con lo que ahora es su profesión: "Fue una pasión irrefrenable desde el principio. Nada más levantarme leía libros de ajedrez, que luego llevaba al colegio. Todo aquel trabajo con 6 o 7 años, cada hora que estudié, fue de oro. Es la base de mi éxito actual. Ahora, en muchos países, preparan a los niños para que sean campeones del mundo desde muy pequeños. Pero no es tanto por voluntad propia como lo fue en mi caso", recalca.

Así llegó su primer Mundial sub 10: "A los siete años en Fond du Lac (EE UU), y terminé el cuarto tras luchar por el oro hasta el final. Recuerdo que durante las partidas me iba a jugar al fútbol a la calle mientras mi adversario pensaba", añade. La pasión por el fútbol también persiste: "Pero lo que me gusta de verdad es jugar. Antes era militante del Real Madrid, pero ahora ni siquiera sigo las noticias porque creo que se han pasado con la cobertura en los medios de comunicación. Es un agobio".

La plata que logró a los 9 años inauguró el medallero de Vallejo, quien después ganó otras dos de ese metal, una de bronce y la reciente de oro, además de quedar casi siempre entre los diez primeros, excepto una vez. Tras la segunda de plata, a los once años, le ofrecieron una beca para estudiar en el Colegio Marcote de Mondariz (Pontevedra): "Ahora sé que mis padres sufrieron con aquella separación, pero lograron que yo no me diese cuenta. Fuimos a ver el colegio y yo decidí no volver a Menorca para evitar las despedidas dramáticas". Fernando Marcote, director general del grupo de centros que lleva su nombre, define así a su alumno más famoso: "Para mí es como un hijo adoptivo. De inteligencia superior, independiente, pero equilibrado y cariñoso, y nada pedante con sus compañeros. Tiene actitudes típicas de los genios despistados, como comer las patatas antes de los huevos fritos. Una vez, su habitación olía a demonios porque se le había olvidado darme un queso de Mahón que le habían dado sus padres para mí".

"¿Qué hace aquí este crío?", preguntaban sus rivales adultos en las competiciones regionales gallegas. Pronto lo comprendieron; incluso hubo alguno, enrabietado ante la inminencia de su derrota, que le echó el humo de un puro a la cara. Vallejo iba a clase por las mañanas, adelantaba o atrasaba sus exámenes para jugar torneos internacionales, y se entrenaba por las tardes con el gran maestro Zenón Franco. Está convencido de las virtudes pedagógicas del ajedrez: "Debería ser una asignatura. Entre otras cosas, desarrolla el pensamiento lógico. Eso me ha ayudado mucho para que mis horas de estudio sean muy productivas, a base de concentrarme en lo realmente importante", subraya.

Acaba de comenzar la carrera de Educación Física en Barcelona, que combinará con cinco horas de entrenamiento diario "para luchar por el título mundial absoluto dentro de unos cinco años". Por supuesto, utiliza el ordenador para analizar partidas, pero con matices: "Si no eres un vago, la herramienta principal debe ser el tablero. A mí me encanta crear desde los primeros movimientos, no jugar de memoria".

El nuevo 'niño de Zafra'

JOAQUÍN PÉREZ DE ARRIAGA

La victoria de Francisco Vallejo ganando el Campeonato Mundial sub 18 2000 merece nuestra más sincera felicitación y provoca la nostalgia de tiempos pasados. España fue una de las vías de penetración del ajedrez en Occidente y puede mostrar una serie de referencias, únicas entre los países de su entorno cultural. La primera vez que aparece una referencia explícita al ajedrez es en el testamento -fechado en Tuixén, cerca de La Seu d'Urgell, el 28 de julio de 1010- de Armengol, conde de Urgell, hermano de Ramón Borrell, legando su ajedrez al convento de san Egidio.

La segunda joya del patrimonio español nos llega de la mano del rey Alfonso X el Sabio, cuyo códice dedicado a los juegos -Ajedrez, Dados, Tablas y Alquerque- está fechado, según consta en el éxplicit, en Sevilla el año 1283, un año antes de su muerte. El Libro del ajedrez ocupa las primeras 64 hojas de pergamino de las 97 que lo componen. Las 103 posiciones, o juegos departidos, como él les llamaba, que contiene, están ilustradas con bellísimas miniaturas coloreadas. Otra estrella de primera magnitud es la impresión en Salamanca, hacia el otoño de 1497, del primer tratado de ajedrez moderno, cuyo autor, Lucena, era un estudiante, hijo de un converso y notable personaje en la corte de los Reyes Católicos. El tratado se titula Repetición de amores y Arte de ajedrez con CL juegos de partido y está dedicado al príncipe Juan. Contiene las nuevas reglas del juego, once capítulos dedicados a las aperturas y 150 posiciones de mate anunciado o juegos de partido, como dice Lucena y es la primera noticia que se conserva del nuevo ajedrez y la primera vez que se exponen las aperturas tal y como hoy día las entendemos.

La última gran referencia es el tratado de Ruy López de Segura, Libro de la invención liberal y arte del juego del ajedrez, editado en Alcalá en 1561. López se declara en la portada de su tratado "clérigo, vezino de la villa de Çafra" y ello lo confirma Sebastián de Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana o española, Madrid 1611, donde en la voz Zafra, entre otras cosas, dice: "Otra Zafra hay en Extremadura, donde hubo un muchacho que, siendo de muy poca edad, era tan gran jugador de ajedrez, que todos le reconocían la ventaja, y quedó el nombre del niño de Zafra". Se le consideró el mejor jugador de su época. El tratado de López ya tiene las mismas características que los actuales, por la utilización de un método científico de análisis. La influencia de Ruy López en el ajedrez de su época fue enorme, ya que se conservan al menos siete manuscritos que son traducciones o copias. La traducción al italiano de Tarsia, editada en Venecia en 1584, dio lugar a su vez a un sinfín de traducciones al alemán, francés y otros idiomas. Tras este breve recorrido por nuestro ilustre pasado sólo queda volver a felicitar a nuestro campeón mundial y desear que la puerta que ha abierto a la esperanza de un futuro mejor, se vea realizada.


Joaquín Pérez de Arriaga es historiador especializado en ajedrez.